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de Francisco ALM. Mar 2021 Mentiras, fallos, éxitos y retos de la Pandemia .En: Lorenzo V., López Gómez JM (Eds). Nefrología al día. ISSN: 2659-2606. Disponible en: https://www.nefrologiaaldia.org/400
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CRÓNICAS DE LA PANDEMIA
Mar 2021 Mentiras, fallos, éxitos y retos de la Pandemia
a Catedrático de Medicina Universidad de Cantabria. Servicio de Nefrología. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander
Fecha actualización: 17/05/2021
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Aunque la mentira tiene las patas muy cortas parece que esta imperfección social va impregnando nuestra vida sin que haya correcciones y severos castigos, especialmente a aquellos que en un trato comercial o al pedir confianza política nos engañan. Y los chinos también nos engañaron.

El primer contagio conocido de Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2, tuvo lugar el 17 de noviembre de 2019 en Wuhan. El 31 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informó sobre un agrupamiento de 27 casos. Después de lo que conocemos ¿alguien con su sano juicio puede creer que en seis semanas solo aparecieran 27 casos? ¿Y por qué tres semanas después de este informe iniciaron la construcción de una decena de hospitales de urgencia? Li Wenliang,  el  oftalmólogo chino que advirtió del  COVID-19 fue obligado por la policía de Wuhan el  3 de enero de 2020, por «hacer comentarios falsos en Internet», a firmar un documento en el que admitía haber «alterado el orden social gravemente» ordenándole detener «la extensión de los rumores». El virus no fue creado en el laboratorio de Wuhan según los expertos y la visita de los funcionarios de la OMS un año más tarde y con limitaciones así lo confirma. Personalmente me parecen más acertadas las opiniones de varios países incluido EEUU sobre la “preocupación compartida con respecto al reciente informe de esta  visita de la OMS en China” Así que ya veremos, pero esa desconfianza es lo primero que tenemos que aprender lamentablemente.

Y nosotros y muchos otros también, incluida la OMS, fallamos. Lo hicimos gravemente el 8 de marzo sin responder las severas advertencias italianas y de las instituciones europeas, rechazamos las mascarillas porque no las había ante el peligro de desabastecer a los hospitales, fracasó inicialmente con estrépito la adquisición de material sanitario, la gente viajaba apretada en los metros sin protección, aeropuertos sin controles…. en fin.  Y no fue sólo en España. La verdad es que no sabíamos, porque nunca había pasado, que personas sin síntomas pudieran contagiar un virus respiratorio (más de un 60% de los contagios) por lo que el rastreo era realmente muy difícil. En estos 16 meses transcurridos hasta ahora hemos ido aprendiendo los métodos de protección: mascarillas, evitar grupos, ventilación cruzada de espacios cerrados, mejor en el exterior que el interior, limpieza de manos… Eso era lo único que teníamos junto al excesivo confinamiento que tan inmenso quebranto económico nos deja (no es la única razón de nuestra devastación económica y social, bien lo sabemos). 

Pero seguimos con errores. El control falso o inadecuado de las PCR de viajeros internacionales que precisa una regulación mucho más exigente. La ausencia de implantación masiva de test de antígenos que puedan hacerse en escuelas, fábricas, universidades, deportes..  que detectan el 70% de los sintomáticos y el 60% de los asintomáticos y que aunque no son tan perfectos como los PCR, pueden ayudar muchísimo en aflorar la base del iceberg de pacientes asintomáticos. Muchos nos preguntamos por qué las empresas europeas no pueden comprar y vacunar a sus trabajadores con vacunas aprobadas por la EMA, siguiendo las indicaciones del Ministerio de Sanidad del país, sin afectar los acuerdos de la Unión Europea en la adquisición de vacunas y con los controles éticos necesarios.  Recordemos que cuando decayó el control del Estado fue cuando por fin se pudo normalizar la compra de material de protección y respiradores. El precio medio de una vacuna es cercano a 10 euros, lo que es insignificante en comparación con la seguridad y los costos de bajas laborales. Abrirían espacio para acelerar las vacunaciones del resto de ciudadanos, y así preservar la salud y sostener la economía.   

¿Y los tratamientos? ¿Hemos progresado algo? Pues no mucho la verdad. Hemos aprendido del ciclo de la enfermedad, estratificación de riesgos, cuándo detectar su agravación, medidas de soporte respiratorio, anticoagulación y poco más. Los corticoides, ya conocidos hace 70 años han demostrado una gran eficacia en casos moderados severos. Y quizás los anticuerpos monoclonales, fármacos muy caros, de aplicación en fases iniciales de la enfermedad por vía intravenosa y aún pendientes de confirmar. Por lo demás una lista de fármacos de influencia discutida y con resultados no aprobados universalmente entre los que se encuentran Cloroquina, Remdesivir, Tocilizumab, Kaletra, Ivermectina, Vitamina D, …etc, incluido la transfusión de plasma de convalecientes que no parece funcionar.

Pero somos muy afortunados porque la tecnología científica extranjera ha permitido obtener vacunas seguras, en sólo nueve meses desde la aparición de la pandemia y  todas ellas 100% eficaces contra el Sars Cov 2 moderado severo. Una complicación muy excepcional, la trombosis de venas cerebrales que tanto ha dado que hablar estos días,  tiene este  riesgo anual comparativo: población general (5 por millón), Covid-19 (100 por millón de infectados ), embarazo (110 por millón de partos), anticonceptivos (entre 30 y 400 por millón de consumidores) y vacuna de Jansen y Astrazeneca (0,9-3 por millón de  vacunados). Estas muy excepcionales complicaciones, no deben ser causa de interrupción ante la amenaza de crecimiento de la infección con consecuencias infinitamente peores, aunque quizás se regule su indicación a personas con un perfil concreto de riesgo. Gracias a la vacunación, ya se ve la reducción espectacular de la infección en otros países y en nuestros sanitarios y ancianos de residencias. 

Y la explicación de esta fortuna que nos salvará de esta pandemia en menos de un año, es la planificación e inversión económica en una investigación que de hecho, empezó a desarrollarse en la década de los noventa, pero dió un salto en los últimos 15 años gracias a descubrimientos que lo hicieron, poco a poco, más seguro y eficiente. Sin ello y el apoyo de cientos de empresas y científicos no hubiéramos conseguido poder fabricar vacunas efectivas en tan solo nueve meses. 

En España el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) está investigando tres vacunas contra el Covid-19.  El equipo de Luis Enjuanes (76 años jubilado)  investiga una vacuna RNA  de administración intranasal que genera una inmunidad esterilizante es decir que los vacunados ni se infectan ni transmiten el virus y de aparición en 2022.   Mariano Esteban (76 años jubilado)  del Centro Nacional de Biotecnología investiga un tipo  vacuna de virus atenuado con una respuesta inmunitaria más amplia y duradera que las ARNm y  que inicia estudios clínicos en los próximos días y podrá estar aprobada a finales de 2021. Vicente Larraga (72 años jubilado), del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas utiliza molécula de ADN sintética. Como han podido comprobar todos los principales investigadores están jubilados. Y no sólo eso, sino que sólo tres personas tienen plaza fija de las 28 que trabajan con ellos y según sus declaraciones el sistema invita a marcharse por la falta de cultura científica de los gobernantes y de la sociedad. 

Vivimos un ejemplo de avance en el conocimiento científico en aquellos países que apuestan de forma sólida y constante por la investigación con inversiones económicas y controles de calidad de la misma. Y pronto gracias a ellos volveremos a nuestra vida normal. Al tiempo, nuestra sociedad española, a medida que crecen los “asesores”, va perdiendo exigencia en el conocimiento y alejando la sabiduría. Espero que todos hayamos aprendido algo y nuestros dirigentes en especial. Que el saber requiere sacrificio y dedicación y tiene que volver a ser reconocido en nuestra sociedad. Y que la ciencia de calidad precisa inversión económica que finalmente será muy rentable. El valor del esfuerzo, el conocimiento   y la verdad.  No parece que vayan las cosas por ahí, así que ese es nuestro reto. 

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