Ecografía de la Fístula Arteriovenosa para Hemodiálisis
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María Jesús Moyano Franco. Hospital Virgen Macarena, Sevilla
La Ecografía Doppler es el único método diagnóstico que aporta información anatómica y hemodinámica al mismo tiempo. Permite medir el flujo del acceso vascular.
Para realizar una adecuada eco-doppler avcsular, hay que tener en cuenta:
Posición
Tanto en el mapeo prequirúrgico como en la exploración de la FAV es imprescindible comenzar con un adecuado posicionamiento de paciente y explorador. La posición del paciente puede ser en decúbito supino o en sedestación, siempre que sea cómoda y que el miembro estudiado se pueda apoyar sobre una superficie dura y lisa con una angulación de unos 45 grados respecto al cuerpo del paciente.
Momento y lugar para realizar la exploración
En pacientes ya incluidos en programa de hemodiálisis es conveniente realizar la exploración en el periodo interdiálisis para evitar los apósitos y el sangrado en las zonas de punción. En caso de realizarla postdiálisis, la medida del flujo intracceso (Qa) podría estar artefactada por la depleción de volumen postdiálisis.
El lugar donde se realiza la exploración debe tener una temperatura cálida y constante para evitar la vasoconstricción.
Sonda utilizada
La sonda de estudio debe ser una sonda de tipo vascular, multifrecuencia con una frecuencia de estudio entre 7,5 y 12,5 mHz.
Es necesario que el ecógrafo tenga disponible además del modo B (escala de grises), doppler color, doppler pulsado, y que incorpore en su software el cálculo de velocidades y la medida de flujo de acceso.
Ajustes clave
Trabajando en el modo B es fundamental ajustar adecuadamente la ganancia, la profundidad y el foco para que la imagen obtenida pueda ser interpretada de forma correcta.
Respecto al doppler color y el doppler pulsado es clave ajustar adecuadamente la frecuencia de repetición de pulso (PRF) y el ángulo de insonación (se recomienda entre 45 y 60º), además de los parámetros anteriores.
Sistemática de exploración ecográfica de la FAV
La sistemática de la exploración ecográfica de la FAV comienza con la arteria aferente continúa con la anastomosis arteriovenosa y finaliza con la vena eferente hasta el territorio central.
a. Exploración arterial morfológica.
Con el modo B valoraremos las características morfológicas de la arteria humeral y radial, prestando especial atención a valorar calibre, calcificación, tortuosidad y posible presencia de estenosis de la arteria.
b. Anastomosis.
A nivel de la anastomosis debemos valorar el tipo de anastomosis (latero-lateral vs latero-terminal) y el calibre de la misma. El calibre de la anastomosis debe estar entre 3 y 5 mm. Anastomosis demasiado amplias pueden asociarse a FAV hiperdinámicas y mayor riesgo de síndrome de robo.
La presencia de turbulencia o aliasing se observa de forma habitual a este nivel. Indica una zona de aceleración de la sangre donde la velocidad del flujo al menos duplica la frecuencia de emisión de pulsos del transductor.
c. Exploración venosa.
Debemos realizar un recorrido primero transversal y posteriormente longitudinal de todo el trayecto venoso incluyendo las zonas de punción y el sistema venoso central que podemos visualizar. Es fundamental explorar detenidamente la vena postanastomótica, valorando la frecuente presencia de hiperplasia intimal, seguido de una evaluación minuciosa de las zonas de punción, donde podremos encontrar alteraciones como:
A) Trombos parciales. En el caso de zonas de trombosis reciente a raíz de una punción traumática, donde se objetiva un trombo homogéneo, aún no organizado, puede reabsorberse el trombo dejando de pinchar en la zona afectada. Lesiones propias de la pared de la vena de salida por la canulación repetida (aneurisma, pseudoaneurisma, hematoma):
B) Aneurisma o dilatación venosa sacular o fusiforme, mayor de 1,5-2 veces el diámetro del vaso no dilatado, que involucran las 3 capas de la pared. Es importante valorar el grosor de la misma e intentar evitar punciones repetidas sobre las zonas de pared menor a 2 mm.
C) Pseudoaneurisma o colección perivascular generada por un hematoma, en el que el orificio del vaso no se cierra y el sangrado es constante. A diferencia del aneurisma, no tiene pared propia. Mediante el estudio Doppler debemos valorar si se rellena con flujo parcial o totalmente o por el contrario se trata de un pseudoaneurisma totalmente trombosado.
D) Hematoma o colección de sangre fuera del vaso, sin continuidad con el mismo y sin evidencia de flujo en el modo Doppler. Es importante ver si el hematoma es compresivo sobre la FAV generando una zona de estenosis o si por el contrario se mantiene intacto el calibre del vaso.
El manejo de estos hallazgos será valorado con mayor detenimiento en el apartado del tratamiento de las complicaciones de la FAV.
Detección de estenosis venosas. Las estenosis pueden aparecer en cualquier localización a lo largo del trayecto de la vena, siendo más frecuentes las estenosis postanastomóticas o estenosis de inflow en las FAV radiocefálicas y las estenosis de outflow en las FAV humerocefálicas.
Al detectar una estenosis debemos analizar el impacto anatómico y hemodinámico de la misma y en función de los datos de reducción de calibre del vaso, VPS y Qa valorar la necesidad de intervención sobre la misma.
Para plantear la intervención sobre una estenosis esta debe cumplir al menos dos criterios principales y uno adicional. (Recomendación 4.9.1. página 63, guías Gemav)
CRITERIOS PRINCIPALES
Reducción > 50% luz del vaso.
Ratio VPS est/VPS pre > 2.
CRITERIOS ADICIONALES
Luz permeable < 2 mm.
Qa Absoluto: < 500 ml/min (FAV) o < 600 ml/min (PTFE)
Disminución temporal superior al 20-25% si Qa < 1000 ml/min.
d. Medida del flujo de acceso y el índice de resistencia
Una vez finalizada la exploración de la FAV procederemos a medir el Qa.
- Localización. La medida del Qa debe ser realizada a nivel de la arteria humeral, tanto en FAV distales como en FAV proximales ya que muchas de las FAV radiocefálicas se nutren en parte por la arteria cubital a través del arco palmar y la medida del Qa en la arteria radial podría subestimar el flujo real.
Debemos elegir dentro de lo posible una zona no calcificada y de trayecto recto. Para realizar la medida colocaremos el transductor en posición longitudinal.
No se recomienda la medición en la propia vena, por la existencia de colaterales, que pudieran robar parte de flujo y/o por la compresibilidad de las mismas, que podría dar lugar a variabilidad y errores por infraestimación del diámetro. Únicamente podría ser válida la medida del Qa en un AV de PTFE, donde la ausencia de colaterales y la rigidez del mismo nos daría un resultado fiable.
- Angulo de insonación. El ángulo de insonación ideal estará entre 46 y 60º, para ello debemos posicionar adecuadamente la caja y buscar una zona de la arteria humeral ligeramente inclinada que nos permita obtener este ángulo.
- Tamaño de muestra. El tamaño de la muestra debe ocupar entre el 50 y el 70% de la luz del vaso, para poder medir la información de la mayor parte de los hematíes pero evitando medir el flujo turbulento cercano a las paredes del vaso.
Una vez obtenido el registro Doppler mediremos el diámetro de la arteria humeral sobre la imagen congelada poniendo especial cuidado en que la medida sea perpendicular al vaso y esté recogida de íntima a íntima para evitar la sobrestimación de la medida. Para esta medida puede resultar útil quitar el color de la imagen.
La mayor parte de los ecógrafos portátiles actuales permiten medir el Qa de forma semi-automática. Una vez introducido el calibre del vaso nos permitirá seleccionar varios ciclos o los seleccionará el ecógrafo de manera automática. Es fundamental verificar que está preseleccionada la medida de le velocidad media de los hematíes (TAMEAN Time averaged mean velocity) y no la velocidad pico de los mismos, ya que en este último caso sobrestimaremos la medida del flujo de acceso.
Dado que se trata de una medida observador dependiente se recomienda realizar la media de al menos tres medidas consecutivas del Qa. Se considera normal un Qa entre 500 y 1500 ml/min en FAV autólogas y entre 600 y 1800 ml/min en FAV protésicas. Un flujo de acceso por debajo de estos valores nos alerta sobre la presencia de estenosis significativa (arterial, venosa o a nivel de la anastomosis). El Qa tiene una elevada sensibilidad y especificidad siempre que sea obtenida por un explorador experimentado.
- Periodicidad de medida del Qa. No hay evidencias sobre la periodicidad con la que debemos medir el Qa. La mayor parte de los estudios recomiendan su medida trimestral en FAV autólogas y mensual o bimensual en FAV protésicas, ya sea mediante ED o utilizando métodos dilucionales. El seguimiento periódico del flujo de acceso ha demostrado reducir la tasa de trombosis y aumentar la supervivencia global en FAV autólogas, siendo más controvertida su eficacia en las FAV protésicas. En aquellas FAV con estenosis no significativas en seguimiento individualizaremos la periodicidad de la medida del Qa en función de la severidad de la estenosis y el tipo de FAV.
- Medida del Indice de resistencia. Por último, debemos recoger el dato del IR. La mayoría de los ecógrafos nos darán la medida de forma automática al recoger el registro doppler pero en algunos equipos será necesario calcularlo de forma manual posicionando el transductor sobre los valores pico y valle de uno de los ciclos. (Velocidad pico sistólica ¿ Velocidad telediastólica / Velocidad pico sistólica) .
Tras la creación de una FAV, pasamos de una arteria de alta resistencia con morfología trifásica a una arteria de baja resistencia. La monitorización del IR nos ayuda para confirmar una adecuada maduración de la FAV, cuando haya alcanzado un valor menor de 0,5-0,6. De la misma manera, el seguimiento del mismo y un posible aumento de su valor por encima de 0,6 nos alertaría sobre la presencia de una estenosis significativa (arterial, venosa o a nivel de la anastomosis). No obstante, el IR es un parámetro con elevada sensibilidad pero baja especificidad para detectar patología de la FAV, de forma que un IR normal no nos asegura que la FAV sea normofuncionante.
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